La fiebre Labubu invade Argentina: ¿Qué hay detrás del furor?
Labubu, una peculiar muñeca coleccionable creada por el artista hongkonés Kasing Lung, se ha convertido en el juguete del momento en Argentina. Con precios que oscilan entre los $8.99 y casi $30 dólares por las cajas sorpresa, y ediciones raras que se revenden por miles, la tendencia no solo atrae a niños, sino también a adultos ansiosos y conscientes del valor de las cosas.
Pero, ¿qué explica este repentino auge? Según Shaun Rein, fundador de China Market Research Group, la locura por Labubu es parte de un cambio más amplio hacia el gasto emocional en tiempos de incertidumbre. "Pop Mart ha sido una de mis mayores recomendaciones durante los últimos tres o cuatro años", afirmó Rein en una reciente entrevista con CNBC International. "Los consumidores están ansiosos y realmente ahorran su dinero, excepto en artículos como una experiencia Legoland o el Labubu de Pop Mart. Les hace sentir bien."
El 'Efecto Labial' en la era digital
Rein comparó el boom con el conocido "efecto labial", donde los consumidores gastan en pequeños lujos durante las crisis económicas. "En Estados Unidos, cuando hay una economía débil, se observa el efecto labial. En China, son los pequeños juguetes." Esta teoría sugiere que, ante la incertidumbre económica, las personas buscan pequeñas gratificaciones que les brinden una sensación de bienestar y control.
Rein señaló que los juguetes de Pop Mart, incluido Labubu, se han vuelto especialmente populares entre las mujeres jóvenes. "Cuando entras en los edificios de oficinas, muchas de las jóvenes de mi empresa tienen figuritas de Pop Mart alineadas en sus mesas", dijo a CNBC International. Durante el estricto período de pruebas de COVID en China, observó que las compras de las muñecas aumentaban notablemente. Era su forma de afrontarlo.
¿Pop Mart, el próximo Disney?
Rein cree que Pop Mart todavía está en sus primeras etapas y tiene el potencial de convertirse en un gigante del entretenimiento como Disney. La clave del éxito de Labubu radica en su capacidad para conectar con las emociones de los consumidores, ofreciendo una vía de escape y un pequeño placer en un mundo cada vez más incierto. ¿Será que Labubu llegó para quedarse en el corazón de los argentinos?