Carolina "La Turca" Duer, una leyenda del boxeo argentino, se sincera sobre su camino al éxito, revelando las motivaciones que la impulsaron a conquistar el mundo del pugilismo. Más allá de sus títulos y su apodo de "Barbie de Acero", Duer confiesa que su conexión con el boxeo nació de una profunda necesidad de aceptación.
La Lucha por la Aceptación: Un Motor en el Ring
"Peleaba con el corazón, quería ganar siempre y que el público me quiera", afirma Duer, recordando sus inicios. Su destacada carrera amateur, con 19 victorias en 20 peleas, fue solo el preludio de una trayectoria profesional llena de éxitos.
Desde su debut en 2007, Duer escaló posiciones hasta conquistar el título mundial supermosca de la WBO en 2010, defendiéndolo en seis ocasiones. En 2013, sumó el cinturón mundial en peso gallo. Tras una pausa por maternidad, regresó en 2016 para recuperar la corona mundial bajo la IBF, demostrando su resiliencia y determinación.
Más que una Boxeadora: Empresaria y Madre
Duer no solo brilló en el ring, sino también fuera de él. Manejó su carrera sin promotores ni mánager, negociando sus propias peleas junto a su entrenador y socio, Alberto Zacarías. Esta autonomía le permitió mayores ganancias, pero también exigió un esfuerzo extra que equilibró con su rol de madre. "Peleaba en el ring y también afuera", resume sobre su carrera.
Actualmente, Duer se desempeña como comentarista de boxeo junto a Osvaldo Príncipi, y ha participado en programas de televisión, demostrando su versatilidad y carisma.
En una entrevista reciente, Duer reflexionó sobre las dificultades de ser boxeadora profesional, especialmente en sus inicios: "Al ser boxeadora se agrega dificultad, sobre todo cuando yo empecé que no había cultura ni aceptación. Nosotras estábamos peleando en el ring y abajo del ring para que nos acepten, nos vean, nos den el lugar, nos paguen, nos den posibilidades. Era una pelea mucho más am".