Broadway siempre está buscando maneras de sorprender y desafiar al público. Esta semana, la conversación gira en torno a obras que no tienen miedo de cruzar límites, provocando reacciones fuertes y, a veces, contradictorias.
¿Choque por el Arte o por el Comercio?
¿Qué pasa cuando una obra te impacta? ¿Te gusta más, menos, o el factor sorpresa no influye en tu opinión general? ¿Y si el objetivo principal de una producción es impactar deliberadamente? Estas preguntas surgen al analizar dos obras recientes: una obra de teatro que, a pesar de su título y premisa impactantes, resultó ser gratificante, y un musical cuyo retrato de actos desagradables resultó decepcionante, quizás porque no llegó a ser tan provocador como se esperaba.
La diferencia, ¿es simplemente una cuestión de gusto personal? ¿O se trata de una visión artística genuina frente a consideraciones comerciales calculadas? La respuesta no es sencilla.
Heathers the Musical: Un Contraste Mordaz
En Westerberg High, la fealdad está a la orden del día: homicidios, homofobia, intentos de suicidio y agresiones sexuales. “Heathers the Musical” advierte sobre estos contenidos al público. Sin embargo, la producción Off-Broadway, con sus colores pastel, podría pasar fácilmente por una comedia musical burbujeante de instituto, con una partitura pop agradable, letras divertidas y, a veces, ingeniosas, y un elenco principal lleno de jóvenes talentos de Broadway. Pero, ¿logra capturar el humor mordaz de la película de culto original de 1989?
Prince Faggot: Una Sorpresa Inesperada
La obra imagina a un Príncipe Jorge de Inglaterra adulto (actualmente de 11 años) como un hombre gay. El título ofensivo y lo que parecía prometer – un ejercicio campy de provocación sin sentido – generaban dudas. Sin embargo, la obra, maravillosamente actuada y artísticamente escenificada, resulta ser sorprendentemente seria, reflexiva e incluso respetuosa. La obra está destinada a impactar, pero la narración se siente honesta.