A 35 años del brutal asesinato de María Soledad Morales en Catamarca, Argentina, la herida sigue abierta. Este crimen, perpetrado por los llamados "hijos del poder", no solo truncó la vida de una joven de 17 años, sino que también destapó una trama de corrupción y encubrimiento que involucró a las más altas esferas políticas y policiales de la provincia.
Un crimen que sacudió a la Argentina
El 8 de septiembre de 1990, María Soledad fue drogada, violada y asesinada. Su cuerpo fue encontrado en un descampado, marcando el inicio de una larga lucha por la justicia liderada por su familia y la hermana Martha Pelloni. El caso rápidamente se convirtió en un símbolo de la impunidad y la corrupción arraigada en los feudos provinciales.
La impunidad de los "hijos del poder"
Los principales sospechosos, Guillermo Luque (hijo de un diputado nacional), Diego Jalil (sobrino del intendente) y Arnoldito Saadi (primo del gobernador), gozaron de protección política y judicial. La investigación estuvo plagada de irregularidades, desde la manipulación de pruebas hasta las amenazas a testigos.
La lucha de Martha Pelloni y las Marchas del Silencio
La hermana Martha Pelloni se convirtió en un símbolo de resistencia y esperanza. Lideró las Marchas del Silencio, movilizaciones masivas que exigían justicia y el fin de la impunidad. La presión social y mediática obligó a las autoridades a investigar el caso, aunque los obstáculos y las trabas fueron constantes.
Un legado de lucha y memoria
A pesar de que algunos de los responsables fueron condenados, la sensación de impunidad persiste. El caso María Soledad sigue siendo un recordatorio de la importancia de luchar contra la corrupción y el abuso de poder. Su memoria vive en la lucha de quienes siguen exigiendo justicia y verdad.
Ada Rizzardo, madre de María Soledad, expresó recientemente su dolor y frustración por la falta de justicia plena. A pesar del tiempo transcurrido, el recuerdo de su hija sigue vivo y la impulsa a seguir luchando para que su caso no quede en el olvido.