El 23 de agosto de 2008, la Selección Argentina de fútbol grabó su nombre en la historia olímpica. En Beijing, un equipo repleto de estrellas como Lionel Messi, Sergio Agüero, Javier Mascherano y Ángel Di María, liderados por la experiencia de Juan Román Riquelme, conquistó la medalla de oro tras vencer a Nigeria 1-0. El gol, obra de Ángel Di María, no solo selló la victoria, sino que también marcó el inicio de una sociedad futbolística legendaria.
El Comienzo de una Conexión Dorada
Curiosamente, Messi y Di María, ambos oriundos de Rosario, nunca habían compartido cancha profesionalmente en su ciudad natal. Messi, categoría 1987, ya brillaba en Europa cuando Di María, de la 88, comenzaba a destacar en Rosario Central. Los Juegos Olímpicos de Beijing fueron el escenario de su primer encuentro, el punto de partida de una conexión que definiría el futuro de la Selección Argentina.
La primera chispa de esta sociedad se encendió en el debut ante Costa de Marfil. Argentina ganaba 1-0 con gol de Messi asistido por Riquelme, pero el empate africano obligó al técnico Sergio Batista a buscar alternativas. El ingreso de Di María por Ezequiel Lavezzi fue clave.
Un Gol Anulado que Presagiaba el Éxito
Apenas ingresó, Di María recibió un pase en profundidad de Messi y habilitó al Kun Agüero, quien definió a la red. Aunque el gol fue anulado, la jugada dejó entrever el potencial de esta nueva sociedad. Esa conexión se consolidaría con el gol de Di María en la final contra Nigeria, un tanto que valió una medalla de oro y el inicio de una era dorada para el fútbol argentino.
Este hito deportivo no solo significó una medalla, sino también la confirmación de una dupla imparable que continuaría brindando alegrías a la afición argentina durante años. El gol de Di María en Beijing es un recuerdo imborrable que celebra el talento y la pasión del fútbol argentino.